Desde Unidad Visión Venezuela tenemos claro que la educación es factor fundamental para poder lograr los cambios que requiere nuestra nación y con ella abrir el camino al progreso, razón por la cual hemos venido abordando el tema en las últimas semanas desde las perspectivas de ilustres visionarios como el Dr. Luis Alberto Machado, el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, el gran Renny Ottolina y en esta oportunidad le toca el turno a un erudito como lo fue Arturo Uslar Pietri, artículo en el que desarrollaré su visión de la educación como motor para el desarrollo.
Arturo Uslar Pietri, quien sin lugar a dudas fue una de las figuras intelectuales más sobresalientes de nuestra Venezuela en el siglo XX, el cual nos dejó un legado que trasciende su labor como escritor, político y ensayista. Su profunda visión sobre la educación como pilar fundamental para el desarrollo de la sociedad venezolana sigue siendo una referencia clave en el análisis de las políticas educativas en América Latina. Durante su paso por la escena política y diplomática, particularmente como embajador de Venezuela ante la UNESCO, Uslar Pietri expuso con claridad su preocupación por el atraso educativo del país y su firme creencia en la educación como una herramienta indispensable para el progreso.
Uslar Pietri fue un crítico agudo de la falta de políticas educativas que fomentaran el verdadero desarrollo intelectual y social de Venezuela, creía que la dependencia del petróleo era una peligrosa ilusión que podría llevar al país a un callejón sin salida si no se invertía en el capital humano. En su famoso ensayo Sembrar el petróleo (1936), planteaba la necesidad de transformar la riqueza fugaz del petróleo en una inversión sostenible para el futuro, principalmente a través de la educación. Para Uslar Pietri, la educación no era solo una herramienta para adquirir conocimiento técnico o científico, sino un medio para forjar ciudadanos críticos, responsables y comprometidos con el destino de su país.
Su rol como embajador de Venezuela ante la UNESCO entre 1950 y 1953 le permitió llevar su visión sobre la importancia de la educación a un foro internacional. Durante su tiempo en la organización, abogó por políticas educativas inclusivas y orientadas al desarrollo humano, alineándose con los principios de la UNESCO que promovían la paz y el desarrollo a través de la educación, la ciencia y la cultura. Uslar Pietri veía la educación como la única vía para superar las barreras de la pobreza y el subdesarrollo, algo que expresó tanto en su labor diplomática como en sus intervenciones públicas.
Además, Uslar Pietri siempre enfatizó la importancia de cultivar el pensamiento crítico y las humanidades, además de formar técnicos o profesionales. En su obra, insistió en que una sociedad educada sería capaz de gobernarse mejor a sí misma, de tomar decisiones más sabias y de evitar los errores de los regímenes autocráticos que, para él, se alimentaban de la ignorancia de los pueblos. Consideraba que el Estado debía garantizar un acceso equitativo a la educación de calidad y que este esfuerzo era indispensable para la construcción de una verdadera democracia.
A lo largo de su vida, Uslar Pietri mantuvo su postura crítica hacia los modelos económicos que relegaban la educación y el desarrollo humano a un segundo plano. En su pensamiento, un país que no invierte en la educación de sus ciudadanos está destinado a la dependencia y al subdesarrollo. Sus críticas a la situación venezolana de su tiempo, especialmente en cuanto a la distribución de la renta petrolera, siguen teniendo una resonancia profunda en la actualidad, donde la calidad de la educación y su capacidad para transformar a la sociedad sigue siendo un tema urgente.
En resumen, la visión de Arturo Uslar Pietri sobre la educación como motor de desarrollo fue una de sus principales contribuciones al debate intelectual y político de su época. Su legado como educador, diplomático y pensador sigue siendo relevante hoy en día, no solo en Venezuela, sino en toda América Latina. Uslar Pietri nos recuerda que la verdadera riqueza de una nación no radica en sus recursos naturales, sino en la capacidad de su gente para aprender, crear y participar activamente en la construcción de su futuro. Como embajador ante la UNESCO, elevó este discurso a la esfera internacional, consolidándose como un defensor incansable de la educación como el camino hacia un desarrollo sostenible y equitativo.